domingo, 25 de octubre de 2009

La baja inscripción electoral por parte de los jóvenes chilenos

El peso electoral de las personas de 18 a 29 años de edad ha disminuido desde el 36% en 1988 al 9,71% en el año 2005; mientras que la participación respecto al total poblacional de este rango etáreo ha variado del 90,7% (1988) a un 26,4% (2005) (Maureira, 2009). Los factores que determinan la no participación juvenil obedecen a múltiples variables tales como: la apatía respecto de los mecanismos institucionales de participación política, el desencanto juvenil, el cambio de intereses y motivación en los jóvenes. Es una temática relevante ya que la inscripción electoral es un deber cívico y fomenta la identidad del país. ¿Por qué?

Mientras menor es la participación, mayor es la posibilidad de que la democracia se deteriore. Aquello promueve falta de identidad ciudadana, bajo conocimiento respecto de los procesos políticos y falta de confianza en sus representantes.

Además, una participación desigual tiende a generar una representación desigual. Es decir, el escaso aporte electoral de los jóvenes ha llevado a reducir su capacidad para hacer valer demandas e influir sobre la priorización de las políticas públicas.

Algunas personas opinan que el hecho de que los jóvenes no participen en actividades políticas no significa que no estén interesados en los partidos o no acudan a las urnas, y está lejos de demostrar una apatía juvenil. Sin embargo es importante comprender la urgencia de un cambio institucional en el sistema electoral. Si aquello no se logra, la participación electoral llegará a mínimos muy poco aceptables para una democracia de calidad. Esto porque gran parte de los jóvenes no inscritos de hoy, mañana serán adultos en esa misma condición.

La preocupación no es menor. A pesar de que el problema de la participación juvenil es una tendencia internacional, en Chile es cada vez más peligroso para la democracia. Mientras mayor es la demora en la aplicación de medidas, mayores serán las dificultades en la legitimación del sistema político. Lo relevante es que mientras no se logre un acuerdo en esta materia, las autoridades deberán diseñar mejores campañas que insten a la participación electoral juvenil.

lunes, 5 de octubre de 2009

Inmigrantes: una mirada positiva

La inmigración es una realidad que se ha visto en todo el mundo. En Chile, la tasa de inmigrantes ha aumentado en un 1,2 % (Censo, 2002), principalmente de origen americano. Chile destaca por su accesibilidad y seguridad, componentes atractivos para extranjeros que buscan oportunidades de crecimiento y desarrollo. Algunos chilenos opinan que los inmigrantes constituyen una amenaza para la sociedad. Sin embargo, los inmigrantes aportan grandes beneficios al país.

En primer lugar, favorecen el crecimiento laboral, la fuerza de trabajo y fomentan el turismo, reactivando la economía. Crece la tasa de natalidad y frena el envejecimiento de la población; gracias a los hijos de inmigrantes muchas aulas no tendrán que ser cerradas y muchos docentes no perderán su empleo.

En segundo lugar, enriquecen al país con el traspaso de culturas, creencias y valores. Además, permiten conocer nuevas formas de convivencia y comunicación frenando el avance del individualismo imperante de la sociedad chilena. El impulso emprendedor del inmigrante que busca nuevas oportunidades contrarresta el desencanto y la rutina que comparten algunos compatriotas.

Ciudadanos chilenos opinan que los inmigrantes constituyen una amenaza a la sociedad porque aumentan el desempleo. Sin embargo, la cantidad de inmigrantes es mínima (1,2 %) en comparación con otros países que superan la tasa de inmigración hasta en un 15%. Por lo tanto, no tiene ningún impacto en la tasa de empleo a nivel del país.

El secretario de Gobierno ha comunicado que se están modificando leyes que protejan al migrante y creando programas de capacitación laboral; también invitan a la sociedad chilena a facilitar la inserción del extranjero en la región. Finalmente, se hace necesario un cambio de conducta a nivel social, que integre al migrante y respete su identidad cultural. Esto implica la incorporación de los inmigrantes en la estructura económica, social y política, basados en la tolerancia y aceptación.