lunes, 2 de noviembre de 2009

La baja inscripción electoral por parte de los jóvenes chilenos II

Al analizar la campaña “Yo tengo poder, yo voto”, lanzada por el Gobierno para motivar a jóvenes a inscribirse en los procesos electorales, no ha dado resultados esperados. Es preocupante y lamentable ver que este grupo se margine de una decisión tan importante y global. El peso electoral de las personas de 18 a 29 años de edad ha disminuido desde el 36% en 1988 al 9,71% en el año 2005, mientras que la participación respecto al total poblacional de este rango etario ha variado del 90,7% (1988) a un 26,4% (2005) (Maureira, 2009). Los factores que determinan la no participación juvenil obedecen a múltiples variables tales como: la apatía relacionada con los mecanismos institucionales de participación política, el desencanto juvenil, el cambio de intereses y motivación en los jóvenes. Es una temática relevante, ya que la inscripción electoral es un deber cívico y fomenta la identidad del país. ¿Por qué?

Mientras menor es la participación, mayor es la posibilidad de que la democracia se deteriore. Aquello promueve falta de identidad ciudadana, bajo conocimiento de los procesos políticos y falta de confianza en sus representantes.

Además, una participación desigual tiende a generar una representación desigual. Es decir, el escaso aporte electoral de los jóvenes ha llevado a reducir su capacidad para hacer valer demandas e influir sobre la priorización de las políticas públicas.

Algunas personas opinan que el hecho de que los jóvenes no participen en actividades políticas no significa desinterés en los partidos o no acudan a las urnas, y está lejos de demostrar una apatía juvenil. Sin embargo es importante comprender la urgencia de un cambio institucional en el sistema electoral. Si aquello no se logra, la participación electoral llegará a mínimos muy poco aceptables para una democracia de calidad. Esto porque gran parte de los jóvenes no inscritos de hoy, mañana serán adultos en esa misma condición.

La preocupación no es menor. A pesar de que el problema de la participación juvenil es una tendencia internacional, en Chile es cada vez más peligroso para la democracia. Mientras mayor es la demora en la aplicación de medidas, mayores serán las dificultades en la legitimación del sistema político. De no lograr un acuerdo en esta materia, las autoridades deberán diseñar mejores campañas que insten a la participación electoral juvenil.